El enfermo de Europa

No hace mucho que España era un país que tenía la consideración de socio estable de la UE. Nadie dudaba de que la calidad de la democracia española estaba dentro de los estándares europeos y nos estábamos ganando un prestigio que hacía que nuestro país fuera tenido en cuenta para las grandes tomas de decisiones en el seno de la UE. Hace unos días, una áspera confrontación en Estrasburgo entre el presidente español, Pedro Sánchez, y el líder de los conservadores europeos, Manfred Weber, reprodujo a escala europea los enfrentamientos desgraciadamente ya habituales en el Congreso español y marca un cambio de tendencia. Que un líder europeo abronque al presidente del gobierno español en la cámara legislativa comunitaria solo se puede explicar por la pérdida de autoridad que ha sufrido Sánchez fuera de nuestras fronteras.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Estocolmo capitaneados por Peter Søgaard Jørgensen ha identificado una serie de callejones sin salida en los que se puede meter la humanidad. Uno de ellos es la polarización política que crea tensiones nacionales que dificultan la consecución de compromisos de carácter internacional para el país en el que se da esa polarización política. Para Jørgensen, es necesario “ser capaces de reconciliar conflictos y de llegar al otro lado del callejón con aquellos con los que, de otro modo, sería menos probable que cooperásemos”.
La lista de conflictos en España para los que no se vislumbra solución es larga. Baste recordar los tira y afloja entre Sánchez y Feijóo para reunirse a discutirlos y encontrar una vía de cooperación posible. Que si el lugar, que si la fecha, que si el orden del día, todo parecía constituir un obstáculo para que los dos líderes de los principales partidos políticos de España se pudieran juntar. El indeseable bloqueo a la renovación del Consejo General del Poder Judicial del que forman parte miembros que tienen su mandato caducado ya cinco años no solo es un síntoma del bloqueo de la capacidad de reconciliar conflictos en un marco institucional, sino también una consecuencia de esa incapacidad que redunda en un deterioro de uno de los parámetros democráticos axiales: la independencia de poderes.
Otro de los callejones sin salida que señalan los investigadores de la Universidad de Estocolmo es el cortoplacismo, es decir, la incapacidad de las instituciones para elaborar estrategias de largo alcance por estar centradas en lo inmediato. El cortoplacismo se manifiesta muchas veces en el ámbito económico. Sirva como ejemplo la privatización de empresas anteriormente públicas como Telefónica, lo que según su muñidor, José María Aznar, produciría más beneficios, más empleos y más rentabilidad de la compañía. No se tuvo en cuenta el valor estratégico de Telefónica, lo que ha llevado 26 años después de su privatización al retorno del Estado —no del Gobierno— a su accionariado para contrarrestar el desembarco del capital saudí en la empresa y el riesgo que ello supone para el país. Pero el cortoplacismo no es privativo de la economía. En buena medida, la incapacidad de los partidos en España para los pactos y la resolución de los conflictos que inevitablemente surgen entre ellos tiene su origen en las tácticas cortoplacistas para alcanzar el poder y desplazar al rival. La guerra sin cuartel que capitanea Feijóo frente a Sánchez y que lo lleva a repetir machaconamente que es él quien ha ganado las elecciones, presentando a Sánchez como un usurpador, está planteada sobre la hipótesis de que la legislatura no vaya a durar cuatro largos años, lo que es una apuesta muy arriesgada. Por lo mismo, Sánchez está también preso de sus tácticas cortoplacistas, que lo han llevado a tejer unas alianzas válidas para ganar la votación de investidura… y que lo obligarán a la improvisación a lo largo de toda la legislatura, dure esta lo que dure.
Esa espiral de ausencia de cooperación —incluso entre los aliados del PSOE, que unos, Podemos, se van al grupo mixto a primeras de cambio, y otros, Junts, amenazan con dejar caer al Gobierno— y de cortoplacismo nos está llevando a un callejón sin salida de los que los investigadores dirigidos por Peter Søgaard Jørgensen describen como especialmente peligrosos para la humanidad y, en este caso, para esta España nuestra que se está convirtiendo en el enfermo de Europa.

Artículo aparecido en:
La Opinión de Murcia

Fecha publicación:
24/12/2023


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