Asomándose al 2024

En el último día del año es casi inevitable intentar asomarse al 2024, que ya enseña la patita, y tratar de anticipar lo que nos deparará. No me las voy a dar de profeta, adivino, augur o arúspice, pero trataré de esbozar un atisbo de lo que puede venir, basándome en lo ya sucedido en 2023.

Váyase, señor Sánchez
Para qué emplear tácticas nuevas cuando tenemos una que ha dado grandes resultados en el pasado. Aquella repetición insistente del “Váyase, señor González”, apoyada en la demonización de su imagen, fue lo que puso punto final a la larga era de 14 años de duración del “felipismo”, que era como se apellidaba el socialismo triunfante. Después, con Zapatero se hizo algo parecido, si bien el acoso y derribo de su figura, mucho menos poderosa que la de Felipe González, resultó ser notablemente más fácil. El eslogan ahora es “la abolición del sanchismo”. Sólo hay que poner de relieve lo que pueda verse de diabólico en cada iniciativa, acción, alianza o propuesta del líder socialista para presentar machaconamente como necesaria esa abolición a lo largo del próximo año. Y ustedes que lo escuchen.

¿Tendrá Sánchez buen o mal perder?
Algún día se tiene que acabar la buena estrella del presidente del Gobierno. Desde su dimisión de la secretaría general de su partido, tras perder una votación para convocar un congreso extraordinario, ha venido encadenando victoria tras victoria —alguna por los pelos— hasta hoy. Una moción de censura, por defección, por ejemplo, de sus poco fiables socios de Junts, muy bien podría significar su final político. ¿Habrá Sánchez previsto que ese día puede llegar? ¿Mostrará en ese momento la misma radiante sonrisa de sus días triunfales? Puede que lo sepamos en el 2024. O no.

Los mediadores
El personaje político de este 2023 que hoy se acaba ha sido el mediador en los procesos de negociación. La presencia del mediador estaba reservada, hasta este año, a las negociaciones entre grupos hostiles. Hostilidad que en muchas ocasiones era armada, como la de las FARC y el Gobierno colombiano. Pero los de Junts —un simple partido político, por mucho que ellos se crean los representantes genuinos del irredento pueblo catalán— se la impusieron a Pedro Sánchez en sus negociaciones. A continuación, el PP no iba a ser menos y también pidió un mediador de la UE para sus tratos con Sánchez. ¿Será 2024 el año de los mediadores internacionales también en la negociación de convenios colectivos y hasta en las de las comunidades de vecinos a la hora de decidir si se pone o no ascensor? A lo largo del año lo sabremos.

Hondonadas de hostias en los foros
Hasta ahora estábamos acostumbrados a las discusiones acres en parlamentos y ayuntamientos españoles. Las descalificaciones e insultos han ido paulatinamente sustituyendo los argumentos y raciocinios. Pero en este 2023 declinante hemos visto cómo la agresividad daba una vuelta de tuerca más y llegábamos a la intimidación física. El concejal del PSOE, Daniel Biondi, en septiembre tocaba reiteradamente la cara al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Casi dos meses después, Ortega Smith, concejal de Vox, lanzaba una botella de agua al concejal de Más Madrid, Eduardo Rubiño. ¿Será 2024 el año en el que una nueva vuelta de tuerca haga que nos pasemos de rosca y se generalicen las hostias como manifestación de discrepancia política en foros públicos?

Democracia y Constitución a la carta
Hasta hace poco, en España teníamos un alto tribunal —el Tribunal Constitucional (TC)— que se encargaba de juzgar y dictaminar qué era o no era constitucional. Los partidos políticos, señaladamente el PP, han recurrido al TC con liberalidad, e incluso con prodigalidad, para poner en tela de juicio leyes, disposiciones o iniciativas que, a su juicio, no entraban dentro de la Constitución Española. Y ya se sabe que lo que cae fuera de la Constitución es anatema. Pero sucedía que el TC solía tardar mucho tiempo en pronunciarse y además no siempre lo hacía a gusto del demandante. Por eso, últimamente parece que algunos líderes políticos han decidido ahorrarse tan engorroso trámite. Sin ir más lejos, Pedro Sánchez estuvo largos meses diciendo que la amnistía a los secesionistas catalanes no cabía en la Constitución y finalmente, a raíz de su investidura decide, sin consultar al TC, que sí cabe. Por su parte, Alberto Núñez Feijóo el pasado día 28 —y no era una inocentada—dictaminó él solito que el pacto que el PSOE ha suscrito con Bildu en Navarra sitúa a los socialistas extramuros de la Constitución, de modo que ya solo quedaría el PP como “partido de Estado y constitucional”. Si ese va a ser el camino que sigamos en el año que comienza mañana, se podría abolir el TC por innecesario. Precisamente ahora que habíamos conseguido renovarlo presidido por Cándido Conde Pumpido...

Artículo aparecido en:
La Opinión de Murcia

Fecha publicación:
31/12/2023


Imprimir

 

Volver a página anterior