Lúcidos, ponderados y ecuánimes

Lo que necesita este país son asuntos importantes que discutir en las tribunas públicas, que ya está bien de tanta chorrada y de despedazarse en las cámaras legislativas y en las ruedas de prensa por asuntos baladíes: que si vosotros sois el partido de la corrupción o que si lo que pasa es que vosotros sois el grupo del “mopongo”. Al fin tenemos cosas importantes de las que discutir. Y cuando los asuntos son mollares es cuando la talla de los padres de la patria se nos muestra en toda su dimensión y cuando la argumentación serena, bien meditada y mejor fundamentada se abre paso entre la farfolla de las razias parlamentarias al socaire de los asuntos de poca monta.

Por ejemplo, la sentencia del Tribunal Superior de Cataluña (TSJC) que absuelve a Dani Alves, condenado en primera instancia por violación de una joven, plantea cuestiones de fondo muy interesantes y de gran trascendencia futura. El argumento principal del TSJC para esa absolución ha sido que las pruebas aportadas —incluyendo las declaraciones de la víctima— no han sido suficientes para hacer decaer la presunción de inocencia a la que todo acusado tiene derecho. Oportunidad para una seria discusión jurídica acerca del consentimiento y su acreditación versus la mencionada presunción de inocencia. La vicepresidenta primera del gobierno de España y ministra de la importante cartera de Hacienda, Mª Jesús Montero, ha contribuido a tan importante debate con una aportación de alto valor doctrinal: «qué vergüenza que todavía se cuestione el testimonio de una víctima y se diga que la presunción de inocencia está por delante». La presunción de inocencia es una de las piedras angulares de la Justicia desde hace siglos y así se le ha hecho constar a la ministra, que ha respondido en X —antes Twitter—: «No voy a aceptar lecciones ni tergiversaciones del PP. Lo que quise decir y mantengo es que la presunción de inocencia no debe impedir que podamos expresar nuestro rechazo a que de manera sistemática se cuestione a las mujeres que son víctimas de agresiones y del machismo.» Queda asentada tan sólida doctrina. Montero no ha desaprovechado lo que la ocasión requería: un análisis lúcido más allá del eslogan «yo sí te creo», tan sintético y apto para pancartas.

Otro asunto de suma importancia es la implantación de aranceles aduaneros por parte de Donald Trump que supone un abrupto final a las leyes del libre comercio que han regido las relaciones internacionales desde hace más de un siglo. Aquí también el análisis sereno es el primer paso para adoptar medidas que logren paliar el efecto de los gravámenes que van a tener un efecto en cascada en la economía mundial. Pues bien, Santiago Abascal, líder del tercer partido español, ya ha hecho su sesudo diagnóstico: «Ni Von der Leyen, ni Sánchez, ni Feijóo han defendido los intereses de los españoles. Los populares y socialistas nos arrastran a una guerra comercial suicida. Nuestra economía compite en condiciones de desigualdad por la burocracia ideológica del bipartidismo». Acabáramos, el bipartidismo, Von der Leyen, Sánchez y Feijóo son los causantes del desaguisado. Ahí sí que ha estado fino Abascal. Lo que se van a enfadar los chinos, los indios, los coreanos y un largo etcétera cuando se enteren de que la culpa de los gravámenes a sus exportaciones a USA la tiene el citado trío junto con el malvado bipartidismo, que por cierto también impera en el país del propio Trump.

También sería de reseñar la finura analítica que está detrás de calificar de ‘chiringuitos’ a las universidades privadas por parte de quien ha obtenido titulaciones académicas en una de ellas. Y que se haga precisamente ahora, cuando la investigación puede aportar tanto a la tan necesaria innovación imprescindible para los agitados tiempos que corren. Más que calificar, urge tomar serias medidas para la mejora de tan importante institución académica.

En fin, que los tiempos son difíciles y convulsos, pero podemos estar tranquilos: los que están a cargo de la cosa son de fiar. Lúcidos, ponderados y ecuánimes.

Artículo aparecido en:
La Opinión de Murcia

Fecha publicación:
06/04/2025


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