Piedras en el camino

Prodigalidad en el Golfo
La familia real catarí va a regalar un avión —un Boeing 747-8 valorado en 400 millones de dólares— a Donald Trump para que pase a formar parte de la flota de Air Force One, que son las aeronaves que utiliza para sus desplazamientos. Ríase usted del Falcon que tanto le restriegan por las narices a Pedro Sánchez. O incluso se puede usted carcajear del ridículo, a la vista del óbolo catarí, millón de dólares que le regalaron a Juan Carlos I. Estas familias reales benefactoras del Golfo son ciertamente generosas, pero saben muy bien mantener la proporcionalidad de sus regalos a la altura de las contraprestaciones recibidas.

¡Váyase, señor Sánchez!
Ya se ha oído la frase en el Congreso. No he podido evitar una intensa sensación de ‘déjà vu’ al oírla. ¿Quién no recuerda aquel machacón “váyase, señor González” pronunciado una y otra vez por José María Aznar?. Aquello venía precedido por una inmisericorde campaña de prensa llevada a cabo por un grupo de cualificados periodistas, consistente en ataques a la persona del entonces presidente del Gobierno socialista que, según reconoció el periodista Luis María Anson, fue concebida como el único medio para hacer perder las elecciones al carismático Felipe González. La campaña de prensa contra Sánchez ya está en marcha. La última manifestación, unos WhatsApp publicados por el diario El Mundo.

Prensa canalla
Hemos denunciado aquí la existencia de un inicuo periodismo de trinchera que tiende a polarizar la sociedad española. Quienes así obran traicionan a la sociedad y al periodismo. El Mundo está en su derecho de publicar esos WhatsApp intercambiados entre Pedro Sánchez y el que fuera su ministro y mano derecha, José Luis Ábalos. Algún interés tiene constatar que el presidente dedica epítetos despectivos a sus ministros o a sus ‘barones’ díscolos. Lo que pervierte al periodismo es lanzarse por lo que en retórica se denomina ‘pendiente resbaladiza’ al deducir, partiendo de unas cautas alusiones a la conveniencia de sopesar el rescate de la compañía Air Europa, que la redención de la compañía se hizo de forma fraudulenta. Eso sí que es una forma fraudulenta de periodismo.

Peligrosos móviles
La torpeza de todo un presidente de gobierno de cruzarse unos mensajes comprometedores por WhatsApp con su ministro, luego investigado por la presunta comisión de varios delitos, nos recuerda la difusión por un grupo de Signal, —equivalente a WhatsApp— en el que estaba incluido un periodista, de los detalles de una operación militar llevada a cabo por el Pentágono. Se diría que el móvil invita a bajar la guardia de la privacidad. Y así es posible en cualquier espacio público oír conversaciones íntimas de quien comparte ese espacio con un interlocutor al que se puede escuchar claramente por el altavoz que el pregonero de turno ha activado en su dispositivo. Los móviles son auténticos espías de los que no nos protegemos en absoluto. Prueben a tapar la cámara frontal de su dispositivo Android y a tratar de operar con el teléfono. Un ojo abierto a nuestra intimidad y un micrófono que lo ayuda a que seamos vistos y oídos.

Estado de decadencia
Hoy nos rasgamos las vestiduras por que los estadounidenses hayan votado a un tipo tan atrabiliario como Donald Trump. ¿Se han vuelto locos los republicanos que lo han propuesto como candidato? ¿No tenían nada mejor que ofrecer? ¿Y qué decir de los demócratas, cuyo primer candidato era un a todas luces decadente Joe Biden? Ahora sabemos que, por ejemplo, no fue capaz de reconocer a su amigo George Clooney, un tipo para no olvidar y al que trataba desde hacía más de quince años. Y, cuando ya era inocultable esa decadencia, cambiaron de montura en plena carrera para proponer como candidata a una difusa Kamala Harris. Biden no es el único decadente.

Artículo aparecido en:
La Opinión de Murcia

Fecha publicación:
18/05/2025


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