Judíos y genocidio

Es difícil saber a lo que alguien se refiere cuando habla de “pueblo judío”. No todos los habitantes del Estado de Israel son judíos —hay israelíes palestinos, por ejemplo—, y también están los judíos de la diáspora repartidos prácticamente por todo el mundo, aunque tienden a concentrarse en diez países. Por ejemplo, en Estados Unidos hay 5,2 millones de judíos. Hay judíos creyentes y practicantes de la religión judía y hay judíos laicos, agnósticos e incluso ateos, pero que se siguen considerando a sí mismos como judíos. También es problemático considerar que haya una tradición, una cultura o una lengua que caractericen al pueblo judío. El origen étnico común también es problemático. Y sin embargo, el pueblo judío existe. Existe y es un pueblo singular. Se calcula que constituyen el 0,2% de la población mundial y representan el 54% de los campeones mundiales de ajedrez. Se podría pensar que existe una afición singular entre los judíos por ese juego. Sin embargo, no se puede explicar en términos de afición el hecho de que el 20% de los galardonados con el premio Nobel sean judíos. El 32% de los premiados en lo que va de siglo XXI.

En 1948 se estableció en Palestina el actual Estado de Israel y su progreso ha sido más que notable hasta convertirse en el país más desarrollado de Oriente Medio y uno de los más avanzados tecnológicamente del mundo. Nadie puede negar que los judíos han sufrido numerosas persecuciones a lo largo de la historia, siendo la más cruel la matanza de unos seis millones de judíos por parte del nazismo.

Toda la justificada admiración que nos produce el pueblo judío no puede impedir la más enérgica repulsa hacia la limpieza étnica que el ejército israelí, a las órdenes del gobierno de Netanyahu, está llevando a cabo en la Franja de Gaza con los palestinos que la habitan. No hay otro término que el de ‘genocidio’ para referirse a las operaciones militares que han matado a más de 54.000 personas, de las cuales unas 17.400 son niños. La destrucción de las ciudades es prácticamente total y la ayuda humanitaria que los israelíes bloquean no llega mientras el hambre se cobra más víctimas.

Las intenciones manifiestas del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, son hacer desalojar a todos los palestinos supervivientes de la Franja para proceder a su ocupación. Lo apoyan las facciones más derechistas del parlamento, vinculadas con el integrismo religioso judaico. No podemos culpar a todo el pueblo judío de los desmanes del ejército israelí que masacra a los gazatíes, eso sería parte ciertamente del secular antisemitismo padecido por este singular pueblo.

Sin embargo, tampoco se puede asistir impasible al horrendo espectáculo de los bombardeos de la población civil, a la destrucción de hospitales, a los ataques a trabajadores humanitarios, a la prohibición de entrada en la franja de la prensa internacional para que no pueda informar de los horrores que allí se están viviendo.

No lo puede permitir el buen pueblo judío que sin duda existe dentro y fuera de Israel y que debe alzar su protesta enérgica frente al genocidio, so pena de convertirse en cómplices de Netanyahu y los ultraortodoxos. Tampoco podemos permitirlo las naciones civilizadas del mundo que hasta ahora no hemos hecho otra cosa que denunciar con sordina las matanzas. Es hora de decir alto y fuerte que deben cesar las operaciones de exterminio de gazatíes. Hay que decirlo e imponer fuertes sanciones a Israel hasta que no cesen. No es de recibo justificar la compra de balas porque ya estaba firmado el contrato o la adquisición de sistemas de guiado de aviones de combate porque son insustituibles. Insustituible es la vida de cada palestino reventado por un misil o aplastado por los escombros de un edificio bombardeado, o muerto de hambre literalmente. Esta no es una historia de buenos y malos. Tan malo es Hamás como Netanyahu. Pero es este último el que, so capa de su legítima defensa, quiere despejar la Franja hasta que no quede un solo gazatí en ella. Y apropiarse por la fuerza el territorio de los palestinos, como muchos colonos vienen haciendo desde 1948.

Artículo aparecido en:
La Opinión de Murcia

Fecha publicación:
01/06/2025


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